A estas importantes medidas siguieron una serie de acciones para recuperar el campo y reducir el latifundio en el Estado de la Iglesia. Al considerar la urgencia de desecar los pantanos para eliminar el peligro de la malaria y comprender que dicha obra requería grandes cantidades de dinero, decidió que la Cámara Apostólica debía contribuir a los gastos.
El pontífice promovió la recuperación de las marismas pontinas; según sus intenciones, la recuperación permitiría el inicio de nuevos cultivos, con un efecto beneficioso para el empleo y la producción. Las obras de recuperación se iniciaron en 1777 y duraron hasta 1796 con un gasto de 1 621 983 escudos (1 escudo =100 baiocchi =10 paoli) y se recuperaron 10 616 rubbi de tierra (1 rubbio = 1,848 hectáreas).
Se introdujo la obligación para todos los propietarios y arrendatarios de fincas de cultivar cada año una superficie determinada por la ley sobre la base del nuevo catastro, y se introdujeron facilidades e incentivos especiales para quienes aumentaran su cultivo de olivos.